jueves, 19 de septiembre de 2013

Antes de ayer

Todo se detuvo en seco. Tras años viviendo una agradable rutina universitaria, admirando las múltiples facetas del pasado desde las bambalinas de este efímero presente, dejé atrás una etapa distendida de mi vida. Fueron seis años en los que empecé a conocer una parte de la esencia humana que coadyuvaría a la profunda introspección de los momentos actuales. 

Si es ahora cuando la ocasión de recordar ha llamado a mi puerta es porque he abierto mi antiguo blog como si de un viejo y desvencijado arcón se tratara. Los tesoros emocionales y polvorientos que aún albergaba en su interior me han hecho sentir de nuevo esa necesidad de trasmitir emociones que sólo el ejercicio pausado, vibrante y solitario de la escritura puede ofrecer. No es para menos, pues durante esos años viví momentos irrepetibles. 

Jamás olvidaré los paseos invernales arropados por la calidez de los adornos navideños en los que el tiempo parecía detenerse. Las niebla atravesando de forma caprichosa la forja de las farolas decimonónicas y, sobretodo, esa apariencia dulce y entrañable que me embriago a cada momento. Las tardes de novillos universitarios fueron cada vez más habituales, movidas por un puñado de nefastas ilusiones que me hicieron sufrir y aprender. 

El desamor me invadió. Aquella princesa de cabellos dorados y mirada angelical murió en brazos de mi corazón y mi mente la embalsamó en un eterno y amargo recuerdo. La vuelta a la realidad no fue agradable, pues por delante me esperaba un curso universitario que salvé in extremis y unos compañeros de vocación y cañas que me sonrieron con su habitual aire pícaro. Hoy es mi sonrisa de complicidad la que se une a la de ellos por encima de las barreras temporales. 

Aunque la intensidad de este fulgurante encaprichamiento duró casi un año, hubo otros muchos episodios que no desmerecerían una miríada de buenas palabras e inmortales carcajadas. Todos permanecen en una mente nostálgica que, en este momento, mira más al futuro que quedarse detenida en el presente. En efecto, un día no muy lejano todo acabo y volví a la que había sido mi ciudad adoptiva durante la mayor parte de mi existencia, teniendo que afrontar nuevos retos, metas y reflexiones. 

Ahora comienza una nueva etapa de pensamientos que espero sea tan gratificante y disparatada como en su día fue la anterior. Mi único deseo es que sean escuchadas por algún soñador que, como yo, se deja llevar día a día por los derroteros de la imaginación y consigue desinhibirse por un momento de este alocado mundo en el que vivimos. Retomar la escritura y mantener el pulso de este blog serán mis propósitos para este año. Sed bienvenidos.

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