Con
casi quinientos ocho años de recorrido la Guardia Svizzera Pontificia es, si cabe, uno de
los ejércitos más antiguos y pequeños del mundo. Más conocida como Guardia
Suiza, la labor esencial de este cuerpo militar se centra en el mantenimiento
de la seguridad del Estado de la Ciudad del Vaticano y, en particular, de su
jefe ceremonial, el Papa. Pero más allá de sus llamativos uniformes y su
pomposidad se esconde un auténtico grupo de soldados de élite
adiestrados al más alto nivel.
Sus
primeros pasos se remontan al siglo XV cuando varios pontífices, temerosos de
sus enemigos, contrataron mercenarios suizos para su propia protección. Su
institucionalización definitiva llegó con Julio II ocupando el trono romano en
torno a 1506; su mitificación, con la férrea defensa protagonizada durante el saco de Roma de 1527. En este
episodio quince mil lansquenetes del emperador Carlos V tomaron al asalto la
Ciudad Eterna, como castigo al pontífice por haberse alineado con el enemigo encarnizado
de aquel, el rey francés Francisco I.
Salvar
a Clemente VII se llevó por delante la vida de más de un centenar de soldados
suizos. Los supervivientes lo escoltaron hasta el altar mayor de la basílica de
San Pedro por donde escapó al refugio papal, el castillo de Sant’ Angelo, a través
del almenado Passetto di Borgo. Desde entonces el 6 de mayo de 1527 es motivo
de celebración y orgullo para los centinelas vaticanos que conmemoran la
defensa del Papa hasta el último hombre, mientras éste juramenta a los nuevos
reclutas.
Ese
juramento es el punto final de un largo periodo de adiestramiento y estricto
cumplimiento de requisitos. Los ángeles custodios del Papa han de prestar sus
servicios en el ejército suizo durante años antes de pasar otra temporada de
adaptación tras los muros vaticanos; por no decir que han de contar con la
nacionalidad suiza, ser católicos, no rebasar los veintinueve años, medir más
de 1’74 o atesorar un pasado impoluto y ejemplar libre de antecedentes penales.
También
existen una serie de mitos acerca de estos soldados. Se dice que debajo de sus vivos uniformes ocultan pistolas y granadas o que estos fueron
diseñados por el mismísimo Miguel Ángel. Si bien se desconoce si mantienen
oculta algún arma, su adiestramiento en el empleo de un gran número de ellas,
de explosivos, así como su condición de tiradores expertos constituye una
auténtica certeza. Por el contrario no fue Miguel Ángel el encargado del diseño
de sus trajes, dado que el actual ronda el centenar de años de existencia y
corresponde al que fuera comandante de la Svizzera, Jules Repond.
Repond,
tras una meticulosa investigación e inspirándose en los frescos de Rafael,
confeccionó el uniforme actual con los tradicionales colores de los Medicis.
Sin embargo, junto a este uniforme de gala, diseñó otro para uso diario
completamente azul y un último de color rojo para los oficiales. Además añadió
a los tocados una pluma de avestruz de diversos colores según el rango de su
portador.
En
definitiva estamos ante un ejército profesional de élite de acusada longevidad que,
en un futuro no muy lejano, quizás admita la presencia de mujeres. Como contrapartida a esta progresista noticia se suma un reciente escándalo romántico entre un capitán de la
guardia y un prelado, nombrado por el Papa Francisco para engrosar la nueva
cúpula del banco vaticano, ¿Será una maniobra para
desacreditar el aperturismo del nuevo pontífice? ¿siguen sobrevolando los cuervos la ciudad de Pedro?
* Foto: Jura de un nuevo recluta levantando los dedos pulgar, índice y corazón en alusión a la Trinidad; posando su otra mano sobre la bandera de la Guardia.