Tenemos una razón de ser:
nosotros mismos. A partir de nuestra forma de percibir lo que nos rodea
crecemos, cambiamos y afianzamos unos valores sobre los que sustentarnos. Pero
creo que antes de esa relación con nuestro entorno inmediato existe otra, mucho
más complicada, y de esencia introspectiva.
Conocernos cada día un poco más
es la clave. Dedicarnos a diario un tiempo de silencio para examinar nuestros
actos, nuestra tolerancia con las circunstancias y la capacidad de adaptación
nos puede causar sorpresas, desengaños y, sobre todo, ayudar a evaluar el grado
de realización de nuestras aspiraciones; hasta dónde estamos dispuestos a
llegar, hasta dónde es posible llegar.
Hace unas semanas, sumido en la
red de redes, encontré algo interesante. De todo los test fuleros que circulan
por el universo de la información que miden tu coeficiente intelectual,
predicen tu esperanza de vida, o adivinan que animal fuiste en tu vida
anterior, el test de la personalidad Myers-Briggs me pareció muy
congruente.
A partir del Indicador de tipo de
éste nombre se estructura un test que ofrece como resultado un catálogo
de hasta dieciséis personalidades. Contestando a una serie de preguntas el
resultado te vincula con una personalidad y arroja una estadística con una
serie de valoraciones encuadradas en cuatro dicotomías
(extroversión-introversión, sensorial-intuitivo, pensamiento-emoción,
calificador-perceptivo).
Aunque es conveniente partir de
una idea primigenia. Cada individuo tiene sus circunstancias particulares y no
se puede encasillar en un tipo exacto, sino de forma orientativa. Así el
interés radica en descubrir posibles aspectos dormidos de nuestra personalidad
que pueden resultar muy beneficiosos para futuros proyectos o para reforzar los
ya iniciados.
Mi experiencia personal ha sido
bastante positiva. La catalogación que obtuve fue la de un INFJ, uno de los
tipos más raros que existen por debajo del 1% de la población mundial y una
descripción bastante peculiar. Os dejo aquí los enlaces para que experimentéis
y os sorprendáis, o simplemente corroboréis lo que ya conocéis.