Noche de Reyes, uno de los momentos más felices para los más pequeños. Un aluvión de cartas habrán sido escritas estos días con multitud de peticiones desde la más sincera ilusión, una ilusión que debería acompañarnos como bálsamo de nuestros pensamientos más agoreros sin entender de edad ni condición.
Pues bien yo también me he decidido a escribir una carta. Y todo ello porque albergo esperanzas de que, algo tan preciado como el legado de nuestro pasado, no sufra el castigo del individualismo que parece extenderse en esta sociedad "hipertecnologizada". Mi petición va dirigida al Justicia, una de las instituciones que admiro o, al menos, me parece loable por su recorrido durante parte de la Modernidad; muy a mi pesar de que sólo conserve, a día de hoy, su nombre.
En este sentido quiero dejar constancia aquí de la existencia de esta "queja". Acabo de enviarla hace tan solo unos minutos y espero que llegue a buen puerto. Paso a transcribir su contenido:
Le
escribo porque me siento profundamente enojado. Desde mi condición de
licenciado en Historia y futuro graduado en Derecho me veo en la obligación
moral de remitirle esta misiva. Hará ya un mes que leí en el Heraldo la noticia
sobre el abandono de quince mil volúmenes legados por Martínez Tejero, con
algunos de los cronistas y aragoneses más influyentes de los últimos siglos.
Por lo que he podido entender se proyectó instituir una fundación dedicada a la
catalogación y puesta a disposición de los investigadores de esta rica
colección, así como darla a conocer a través de una serie de medios de
difusión. Sin embargo nada se ha hecho y no se dan explicaciones de por qué,
sólo que los 30000 euros con los que se iba a sufragar el proyecto retornaran a
las arcas del Gobierno de Aragón si la situación persiste. Que será lo más
probable.
No
es una actitud que resulte extraña en los tiempos que corren. Con estos
comportamientos Administración y clase política consiguen acrecentar día tras
día el descrédito de las instituciones de este país y verificar la inacción e
incompetencia de sus "ocupantes". Todo ello me lleva a
cuestionarme si por una vez no podríamos hacer una excepción. Aparcar los
intereses corporativos de los partidos políticos y sus subalternos para
representar las inquietudes y preocupaciones de los ciudadanos y, lo que es más
importante, defender algo que no represente lucro o codicia personal. Sería
todo un ejercicio de democracia ¿no le parece?
Con
este panorama le exhorto, ya no de ciudadano a Justicia, sino de aragonés a
aragonés a que tome cartas en el asunto. Y no por capricho particular, más bien
por respeto a nuestra cultura. Pero sobre todo por el mero reconocimiento de
todos aquellos aragoneses que nos brindaron las vivencias y pensamientos de su
tiempo para que, en el futuro, puedan ser objeto de estudio y divulgación por y
para aquellos que sepan apreciarlo de buen grado.
¿Imagina
las posibilidades? Yo sí, pero mis esperanzas se reducen a que esta carta se
convierta en papel mojado y acabe tan huérfana como el legado que trata de
rescatar. No obstante no descarto enviar otra a la Sra. Presidenta y a la
Consejera de Educación; a lo mejor insistiendo y con esa tozudez tan baturra
que nos caracteriza conseguimos algo. Quién sabe.
Felices Reyes
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