Un
año que nos deja y otro que viene. Ya desde sus orígenes el ser humano sintió
la necesidad de conceptualizar todos aquellos estímulos percibidos a través de
los sentidos y cada una de las piezas que componen la realidad cotidiana. Así ocurrió,
por ejemplo, con el tiempo; integrado en nuestro devenir diario después de un
variopinto proceso de desarrollo y que tantos quebraderos de cabeza nos da en
la actualidad.
Si
hay un momento del año que tiene especial importancia en nuestra manera de medir el
tiempo es el día de hoy. Una etapa parece cerrarse y nuevas esperanzas se
ciernen sobre nuestros actos; sin embargo, creo que no ha de ser así. En esta
coyuntura tan adversa sólo el aplomo continuado puede dar sus frutos, tomando
las riendas ante un horizonte de incertidumbre y evitando el refugio efímero en
iniciativas vanas.
Siempre
hay episodios de nuestra vida envueltos en penumbra, en los que una fuerza
extraña nos empuja a construir poco a poco un futuro que, creemos, será más
agradecido con nuestras conquistas. Creo que es lo mejor que se puede desear a
día de hoy, perseverar hasta perder el sentido y permanecer firmes en nuestros propósitos.
A
pesar de mi escepticismo desearos un buen comienzo de año, mes y día y que
vuestras ilusiones sean tan fuertes como ayer y mañana. Al final del camino, aunque
no obtengáis los resultados esperados, siempre quedará la satisfacción del
trabajo y el esfuerzo; al final del camino nuestra conciencia será nuestra
mejor aliada.