sábado, 25 de enero de 2014

Jugando a sobrevivir

Mi abuelo falleció cuando yo tenía once años. De él conservo grandes recuerdos: su inagotable paciencia para aguantar mis perrerías; sus carcajadas mientras veía las vaquillas del Grand Prix arrollar a los mardanos rurales que participaban en tan ilustre concurso; pero sobre todo aquellas partidas de Monopoly.

Todos hemos sido alguna vez especuladores inmobiliarios gracias a él. Aunque lo mío era más invertir en plan agresivo, en plan “Pocero”, dada la costumbre de mi querido abuelo de ahorrar y ahorrar sin apenas comprar calles. El final ya os lo podéis imaginar, el nieto sonriendo satisfecho con el tablero lleno de edificios y montañas de billetes por enésima vez. Algo tan simple como un tablero de cartón, unos trozos de papel y unas fichas de metal y plástico podía convertirse en un disfrute de horas.

Pero más llamativo resulta pensar en la inocencia de aquel pasatiempo. Es difícil imaginar que, merced a este juego, decenas de miles de personas consiguieran salvar la vida en una de las mayores catástrofes vivenciadas por la Humanidad, la Segunda Guerra Mundial. A pesar del mortífero número de víctimas, unos pocos volvieron a nacer gracias a ese ingenio que suele anidar en las mentes de algunos individuos en tiempos de necesidad y sinrazón.  

Empecemos por el principio. En 1939 veía la luz el MI9, sección que pasaría a encuadrarse en el Servicio Secreto británico y tuvo como misión respaldar y facilitar la liberación de soldados aliados apresados por los nazis. Con el tiempo uno de los oficiales destacados en ella, Clayton Hutton, había ido acumulando de su propia mano toda una colección de artilugios e ingenios orientados a tan ardua tarea: brújulas, sierras, cuchillos para cortar barrotes.

Y entre tanta genialidad no podía faltar una obra maestra. La de Hutton fue algo tan simple como un mapa pero con una característica muy especial; en su elaboración empleo un alto porcentaje de seda. No era la primera vez que este tejido resultaba decisivo: podríamos mencionar aquí el caso de las armaduras de los mongoles y su eficiente capacidad para absorber el impacto de los proyectiles, que catapultó a estos habitantes de las estepas a convertirse en el pueblo con más territorio conquistado en menos tiempo (desde Corea hasta el Danubio).

Pero volvamos al mapa de seda. La versatilidad del objeto consistió en su resistencia a las condiciones climatológicas adversas y a su enorme ductilidad, revelándose como el complemento perfecto a una huida bien fraguada. Llegados a este punto sólo quedaba un obstáculo por sortear y no era nada sencillo, la distribución.

Y lo cierto es que a estos Monopoly no les faltó de nada. Su tablero (con el mapa), sus billetes (mezclados con dinero real), las fichas (brújulas con el tamaño de un botón) y las tarjetas (con pasajes bíblicos para prisioneros "descarriados"). De este modo decenas de miles de soldados aliados (unos 35.000) lograron sobrevivir a la guerra.

Todo ello sin que la Cruz Roja tuviera el más mínimo conocimiento de su propia complicidad. Demostrando, una vez más, ese habilidoso ingenio abanderado por las mentes más preclaras del espionaje que tantos momentos determinantes protagonizaron en el conflicto. Como si de una partida de ajedrez en la sombra entre jugadores con los ojos vendados se tratara.

domingo, 19 de enero de 2014

El circo

Hoy vino y letras para oxigenar la mente. Panero, poeta maldito; versos para viajar a lo imposible:

Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma. Mi
hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.

Leopoldo María Panero

domingo, 5 de enero de 2014

Un deseo

Noche de Reyes, uno de los momentos más felices para los más pequeños. Un aluvión de cartas habrán sido escritas estos días con multitud de peticiones desde la más sincera ilusión, una ilusión que debería acompañarnos como bálsamo de nuestros pensamientos más agoreros sin entender de edad ni condición.

Pues bien yo también me he decidido a escribir una carta. Y todo ello porque albergo esperanzas de que, algo tan preciado como el legado de nuestro pasado, no sufra el castigo del individualismo que parece extenderse en esta sociedad "hipertecnologizada". Mi petición va dirigida al Justicia, una de las instituciones que admiro o, al menos, me parece loable por su recorrido durante parte de la Modernidad; muy a mi pesar de que sólo conserve, a día de hoy, su nombre.

En este sentido quiero dejar constancia aquí de la existencia de esta "queja". Acabo de enviarla hace tan solo unos minutos y espero que llegue a buen puerto. Paso a transcribir su contenido:

Le escribo porque me siento profundamente enojado. Desde mi condición de licenciado en Historia y futuro graduado en Derecho me veo en la obligación moral de remitirle esta misiva. Hará ya un mes que leí en el Heraldo la noticia sobre el abandono de quince mil volúmenes legados por Martínez Tejero, con algunos de los cronistas y aragoneses más influyentes de los últimos siglos. Por lo que he podido entender se proyectó instituir una fundación dedicada a la catalogación y puesta a disposición de los investigadores de esta rica colección, así como darla a conocer a través de una serie de medios de difusión. Sin embargo nada se ha hecho y no se dan explicaciones de por qué, sólo que los 30000 euros con los que se iba a sufragar el proyecto retornaran a las arcas del Gobierno de Aragón si la situación persiste. Que será lo más probable.

No es una actitud que resulte extraña en los tiempos que corren. Con estos comportamientos Administración y clase política consiguen acrecentar día tras día el descrédito de las instituciones de este país y verificar la inacción e incompetencia de sus "ocupantes". Todo ello me lleva a cuestionarme si por una vez no podríamos hacer una excepción. Aparcar los intereses corporativos de los partidos políticos y sus subalternos para representar las inquietudes y preocupaciones de los ciudadanos y, lo que es más importante, defender algo que no represente lucro o codicia personal. Sería todo un ejercicio de democracia ¿no le parece?

Con este panorama le exhorto, ya no de ciudadano a Justicia, sino de aragonés a aragonés a que tome cartas en el asunto. Y no por capricho particular, más bien por respeto a nuestra cultura. Pero sobre todo por el mero reconocimiento de todos aquellos aragoneses que nos brindaron las vivencias y pensamientos de su tiempo para que, en el futuro, puedan ser objeto de estudio y divulgación por y para aquellos que sepan apreciarlo de buen grado.

¿Imagina las posibilidades? Yo sí, pero mis esperanzas se reducen a que esta carta se convierta en papel mojado y acabe tan huérfana como el legado que trata de rescatar. No obstante no descarto enviar otra a la Sra. Presidenta y a la Consejera de Educación; a lo mejor insistiendo y con esa tozudez tan baturra que nos caracteriza conseguimos algo. Quién sabe.

Felices Reyes